Una segunda etapa que vivió este lugar es la que muchos vecinos conocen como la de «los franciscanos o los curitas». Para aclarar esta historia, debemos remontarnos a 1932, año en que la Congregación Marista adquirió la parcela 9-A, conocida como Chalet Lo Lillo. Esta orden comenzó a habitar el sector, vistiendo ropas similares a las de los franciscanos.

Entre 1933 y 1972, Lo Lillo funcionó como Seminario Menor de los Maristas, un espacio donde fe, disciplina y estudio se entrelazaban. Los pasillos resonaban con cantos, rezos y pasos apresurados de jóvenes que se preparaban para la vida religiosa. Además, fue sede distrital Chile-Perú y, más tarde, Casa Provincial de los Maristas en Chile.

Uno de los hitos más trágicos y significativos de esta etapa fue el gran incendio ocurrido en 1954. Este siniestro consumió una parte importante de la casona, incluyendo la torre (Fig. 2) y el acceso principal, lo que obligó a la congregación a trasladar a las personas y funciones a la localidad de Limache, donde aún conservan una propiedad.

José Franco Silva, quien vivió en la casona, recordaba en 1971: «La Casa de Lo Lillo era una propiedad grande, rodeada de poblaciones, en un sector relativamente pobre de la ciudad y con muchas calles de tierra. Existía una casona antigua con una torre, una construcción moderna y sólida para los hermanos ancianos, y otra para los estudiantes.

Además, había una huerta con hortalizas, frutales y vides, instalaciones para elaborar vino, conservas y mermeladas, y un gran gallinero. Otra instalación era una carpintería donde se fabricó gran parte del material escolar para los colegios maristas de esos años».

Finalmente, en 1972, todo se trasladó a la calle Montolín —hoy Sótero Sanz—, en Providencia, y la casona pasó a manos del gobierno, transformándose en un hogar de menores.

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